viernes, 1 de marzo de 2024

Espero curarme de ti - Jaime Sabines

 
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo
de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

ESPERO CURARME DE TI
Jaime Sabines





Si alguna vez la vida te maltrata, acuerdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquél que no se cansa de mirarte.


Mi otro yo, desearía ser tú.
Para poder borrarte de mi mente.
Para anularte de mis sentidos, sin hacer acto de contricción.
Para convencerme de que no te amé.
Y tirarte al mar como un lastre calamitoso.
Pero no soy tú.
Aunque ahora por tu omisión tampoco sea yo.


Lectora de traslado

Hace muchísimo tiempo que no comparto nada por aquí, había olvidado que alguna vez abrí un blog, creo que puedo proponerme empezar de nuevo, escribir de a poco y compartir algo de mí, aunque nadie lea blogs ya (supongo o espero). Así que aquí va una pequeña idea que me surgió hace unos días.
         
    La vida adulta para una mujer de clase trabajadora con hijos es muy complicada, sobre todo por que al llegar del trabajo sólo queda tiempo para ellos y lo que conlleva maternar. Al término del día, cuando se tiene tiempo para una misma, se llega especialmente cansada y con pocas horas disponibles, casi sin energía, sin ganas de mucho. Después de tomar un baño y de hacer una pequeña rutina de skin care quizá se pueda ver uno o dos capítulos de una serie, eso si no te gana el sueño.Ya no hay tiempo para el relax, para los cuidados propios, esa rutina de cuidado de la piel se logra hacer con los pocos medios que se obtienen del trabajo porque: obrera precarizada. 
     
    Ni hablar de las actividades que algún día se disfrutaban, en mi caso leer y escribir. Escribo esto escuchando cumbias, meneando la cabeza hacia atrás y a adelante, entre mis traslados en rutas urbanas, en esos pocos momentos de "soledad" y "tranquilidad" que tengo al día; desde un zulo, recordando a Dahlia de la Cerda.
 
    Así que me he convertido en una lectora y escritora de traslados, ya que puedo leer sólo un par de páginas en el transporte, antes de llegar al trabajo y en mi traslado de regreso. Algo que pude haber leído de forma continua en un par de semanas quizá, llevo leyéndolo durante cuatro meses y me sorprendo demasiado, pero no hay más, mi vida se divide entre los cuidados y el trabajo. 
    
    Aunque no tenga un "cuarto propio" y pueda escribir y leer en espacios no comunes ni cómodos, debo decir que esto tan personal posiblemente no es algo que me atraviese sólo a mí.Y ahora, después de escuchar un corrido tumbado tengo que dejar este texto a medias porque ya se acerca mi parada.



jueves, 29 de febrero de 2024

espantapájaros 14- oliverio girondo

Mi abuela —que no era tuerta— me decía:
“Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!
“No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehuye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
“Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando.”
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:
“La vida —te lo digo por experiencia— es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!...
“La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.
“Por eso —aunque me creas completamente chocha— nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.
“¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!”
 
 
 

¿Por qué leer cuentos?


¿Por qué leer cuentos?
Luna Rdz.
Sabemos todos que los cuentos nacen de la antigua tradición oral: los mitos. El lenguaje aunque no oral desde un principio, se encontraba en el baile, que utilizaban las tribus para comunicarse con sus dioses, contar historias para el pueblo y transmitir conocimiento. 
Desde tiempos remotos el hombre ha tenido una gran necesidad de contar o transmitir algo.
En toda cultura existen mitos, algunos han pasado fronteras territoriales y temporales, algunos de estos aun se siguen escuchando, claro que con modificaciones dependiendo del lugar; por ejemplo el mito de “la llorona” mito que ha pasado fronteras de tiempo y territorios; el sólo hecho de escuchar su nombre te hace pensar en su fúnebre lamento, y…de alguna forma, aun se te eriza la piel, era la leyenda más común que en las pijamadas, se contaba además del “chupa cabras” o el temido “viejo del costal” (al menos aquí en México) los niños éramos asustados y mandados a la cama con esto.
Lo dice Vargas llosa en su texto La verdad de las mentiras, que el hombre tiene una especial necesidad a crearse realidades alternas, jugar a ser Dios; no se siente a gusto con su vida entonces toma la realidad y la deforma, o crea mundos hermosos que habitan seres extraños. En la mayoría de estas historias se retoman aspectos diversos de la vida terrenal para ser reflejados a manera de crítica, enseñanza o alegoría para el lector o a veces un grupo de personas en conjunto. Todo cuento va a tener cierto grado de veracidad y mentira.
Es como suponer que el hubiera existe. El cuento ayuda a escarpar de la fría realidad, es posible que juegue con la mente, maneja terror psicológico, y muchos aspectos más; un buen cuento tiene el poder de enredarte en la historia, hacerte parte y convertirte en cómplice.
Para mí el leer cuentos es importante por que como ya lo mencioné se tiene la gran posibilidad de crear desde una atmosfera, una escenografía, un sentimiento, hasta poder sentirse dentro de la historia, reflejarse en un personaje o algo así. Es decir, una historia fantástica ayuda a la imaginación, a los sueños, a creer que un mundo utópico puede existir… quizá.
Se exponen historias diversas así que en el género cuento y en todos los géneros literarios puedo decir que hay gusto para toda persona. Además, cada buen cuento tiene un mensaje inmerso, un buen lector lo identifica, en ocasiones sucede que el cuento guarda un miedo de la sociedad un buen escritor lo maneja de manera explícita es ahí donde la lectura entre líneas nos deja un conocimiento u enseñanza y es con esta con la que decide el lector si se queda o no.
Aunque el hombre trata de huir de estos tipos de historias que le sirven como catarsis es y será imposible terminar con estas historias pues, como ya lo mencioné antes, la necesidad a contar historias y a “fantasear” con vidas alternas es una necesidad muy arraigada para cualquier persona.
Para finalizar les dejó esta frase del cuento El coco de Dino Buzzati, espero les guste y que si no conocen este cuento lo lean.

Espero curarme de ti - Jaime Sabines

  Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la mora...